Escuchar Radio 10 es como poner un micrófono en una fiesta de quince. Se habla de noticias con escasa profundidad, siempre hay uno o dos tíos fachos que te hacen comentarios como "acá hay que meter bala y se acaba el problema" o "con Onganía estábamos mejor, pero vos no lo viviste".
"...como podemos ver, la caza de bufalo ha subido un 30% en el último período. Manteniendo el crecimiento de la población de búfalos a un 5% y cruzamos ese dato con nuestro crecimiento poblacional , 10%, variable fundamental de la demanda de alimentos, me temo, mis queridos compañeros de cueva, que nos esperan años muy duros en el futuro..."
BEBER CON MENORES DE 18 AÑOS. PROHIBIDA SU MODERACIÓN.
Chicos, posta se los digo, están tomando mucha droga. Dejen las drogas.
Hay dos posturas fáciles: la primera es identificar todo lo popular como maligno y la segunda, bastante frecuentada en el mundo de 'la intelectualidad', es decir que la primera afirmación no debe ser tan cierta porque, claramente, si todos lo eligen, algo debe tener de bueno.
Wes Cherry, el creador del solitario para windows dice:
"Escribí el código del Solitario para evitar estudiar para los finales de la universidad", dijo sobre el proceso que le insumió el diseño del juego.
Yo... creo que tenía un blog para zafar de estudiar.
Recomiendo este blog:
"...el poder de las clases dominantes sobre el proletariado y todas las clases sometidas en el modo de producción capitalista, no está dado simplemente por el control de los aparatos represivos del Estado, pues si así lo fuera dicho poder sería relativamente fácil de derrocar (bastaría oponerle una fuerza armada equivalente o superior que trabajara para el proletariado); dicho poder está dado fundamentalmente por la "hegemonía" cultural que las clases dominantes logran ejercer sobre las clases sometidas, a través del control del sistema educativo, de las instituciones religiosas y de los medios de comunicación. A través de estos medios, las clases dominantes "educan" a los dominados para que estos vivan su sometimiento y la supremacía de las primeras como algo natural y conveniente, inhibiendo así su potencialidad revolucionaria..."
Qué genial. Descubriendo a Gramsci.
Subestimaba su tamaño, sus 50kg y lograba ubicarse justo en el punto estratégico donde todos tenían que pasar. Te vigilaba, todo el día, te vigilaba como si fueses su oveja, con los ojos, con las lunitas de sus ojos escudriñaba todos tus movimientos. Si te ibas de la habitación, no, no te seguía, era muy vago para pararse: usaba sus orejas como radar.
Si nos peleábamos entre hermanos, intervenía aleatoriamente, casi siempre apoyado al más fuerte.
Le gustaba que le acariciara detrás de la oreja, vicio que cuanto más viejo era más le gustaba. Amaba las servilletas de papel por sobre la carne roja. Tenía debilidad por las muchedumbres, de gente, de amigos, quería estar en el centro pero sin molestar.
De los humanos reconocía algunas palabras: "campo", "vamos", "vamos a pasear", "vamos a dormir", "comer", "pata" y "saltar". No entendía preguntas capciosas como "¿vos sos brock?", a lo que respondía girando la cabeza para un lado y para el otro como preguntándote "sí boludo, ¿quién voy a ser, tu vieja?".
Tenía muchos amigos, que lo fueron queriendo más con el tiempo; algunos enemigos, un rotwiler y un cocker. No se relacionaba bien con los otros perros, no los entendía, estoy seguro que se preguntaba por qué estaban todos tan contentos, por qué corrían; te miraba como preguntándote "¿y ahora qué hago?" cuando todos los perros lo empezaban a correr.
Era zurdo, cuando te daba la pata tiraba la izquierda. Se subía al banco y robaba lo que había en la mesa. Se escapó dos veces, se comió tres bombachas y una media, tuvo una operación, no tuvo hijos conocidos, donó sangre y salvó a una perra de la camilla de al lado dándole su sangre y lo hizo contento, viajó con nosotros a Punta del Este, cuando tenía que hacer dos se bajaba de la vereda a la calle solo, ladraba cuando viajábamos en el auto y hacía temblar todo, me mordió una vez, trató de morderme otra vez más, los huesos de cuero le duraban dos horas, tenía tres cuchas conocidas, tres tonos de ladrido, el ladrido de comida, el ladrido agresivo y el ladrido histérico, tenía debilidad por las perras más chiquitas y por lamer orín de la calle, se subía a la cama y corría en círculos, era imposible sacarlo, parecía muy feliz, realmente estaba contento cuando lo hacía, cuando entraba a mi cuarto siempre iba al tacho de basura antes de saludarme para robarme pañuelos descartables, se limpiaba los ojos con tu pantalón, o la boca después de comer, era muy cariñoso, era mi perro, era brocky.
Nos deja doce años de cariño, un collar verde con los teléfonos de su casa, de nuestra casa, media caja con comida, platos de perro, un hueso de cuero a medio terminar y muchísimas historias que compartimos entre todos lo que lo quisimos como una de las personas más queridas y más fieles que pudo rodearnos.
Te quiero Brock, mi ovejero alemán.
