sábado, 25 de agosto de 2007

Biblioteca

Comprimido y urgido, frente al mingitorio. Si su compañero de destino, lejano descendiente de la dinastía Ming, en esos segundos que dure la micción -placentera- se retira de seguro dejará escapar sus pesares en la profunda soledad del baño de la biblioteca.
Habiendo concluido su parte, el mongoloide amaga retirarse; solo, nuestro héroe, deja caer sus pesares condensados en un sonoro pedo.

No sabiendo que este hijo del Yangs Ste -como todos los mongoloides traidores- había detenido su caballo y fue testigo del sordo estruendo en la estepa de azulejos verdes de aquel baño.