domingo, 9 de septiembre de 2007

Caminando por Paris

Quizá principal argumento de por qué la vida real no puede ser comparada con una película sea que la película fue pensada, trabajada, elaborada y ensayada miles y cientos de veces.
Lo más cercano a una película son los pensamientos y deseos, lo más lejano, la realidad, patética y gris, apabullante y gloriosa.
Entonces, tal vez, lo que nos mueve sutil y fundamentalmente de cualquier reproducción es la concreción de nuestra ensoñación en la incorporeidad de la pantalla, algo concebido en la misma morfología y el mismo lenguaje inmaterial de los pensamientos.